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7 mar 2017

Entretiempo para mi (interpretada por Maga Tajes)

Viejos tiempos de adicción.
(Texto del año 2012, éramos tan jóvenes)

Cuando estamos enamorados de una persona, somos adictos a esa persona. Puede pasar que aún no estando más enamorados, una persona siga siendo nuestra droga. Hace unos años me voló la cabeza un chico que me confesó después de unos meses, la misma noche que cortamos, que él era un adicto en recuperación. Me desarmó tanto perderlo que en un mail le escribí: Me hacés mal. Me tenés intoxicada. Y la droga no se deja de un día para el otro, vos lo tendrías que saber más que yo.

El chico se fue igual, y yo entré en abstinencia. Y lo que pasa con la abstinencia es que uno no es capaz de tomarla bien, uno no está preparado para sufrir tanto, uno nunca está preparado para sufrir. En la abstinencia de la otra persona, la noche es el momento más difícil de aguantar. A los abstinentes de paco les tiemblan las manos, a los abstinentes de amor nos tiembla el sueño.
Dormir como refugio. Dormir como castigo. Noches en las que cerramos los ojos y desaparecemos de la realidad. Noches en las que cerrar los ojos implica soñar con alguien que perdimos.

Hoy me acordaba de ese mail suplicando unas dosis más de amor, y pensaba lo difícil que es hacer un duelo y lo necesario que es, de todas maneras, poder permitirlo. El duelo es una mierda, pero es tolerable, si le hacés un espacio para que surja. Si te dejás ocupar por el duelo. Hay días que vas a mirar una ventana del quinto piso con cariño, y días que te vas a reír muchísimo. Sabés, de todas formas, que incluso en esos días que te rías muchísimo, vas a pensar los duelos son una mierda.
Hace mucho leí en un libro muy malo que los duelos "muchísimas veces" son injustificados. Esa fue la última página que leí indignada, y fue la última porque la persona que dice que un duelo es injustificado, no sólo está resentida, no sólo se cree liberal y es negadora, sino que no tiene idea del dolor de un duelo, no tiene ni puta idea de lo que significa perder algo, de lo que significa perder a alguien. Decir que hay duelos injustificados es valorar a los duelos. ¿Qué vas a venir a decir vos qué duelo se justifica, y qué duelo no?
Lo podés hacer "sano", o patológico. Un duelo siempre empieza de forma patológica, y después va mejorando, o no. Decir que hay duelos injustificados es como decir "no ames más a menganito porque no te merece, dejalo". ¿Dónde entra el merecimiento en el amor? ¿En qué momento de la historia de la civilización el merecimiento y el amor tuvieron un mínimo acercamiento?. ¿Cómo se merece al otro? ¿Desde qué lugar puedo decir si merezco al otro o no?

Dice el psicoanálisis que el problema del duelo es que al arrancar la libido del objeto perdido, arrancamos una parte de nuestro yo. Si yo amo a alguien, es porque me identifico con ese alguien. Porque en algún punto, me siento ese otro. ¿Cómo arrancar una parte de vos no dolería?. Ese que fuiste con otro, ya no vas a ser más. Perdiste códigos, formas de mirarte, de hablar, de encontrarte. Tenés encima sus palabras, sus gestos, sus chistes. Es el laburo de perder un poco de vos, y sacarte al otro, que ya está mezclado con vos. Y cuando algo se mezcla, por mucho que intentes separar... algo queda. Un resto. Un resto de vos en el otro, un resto del otro adentro tuyo.  ¿Qué dolor frente a esto sería injustificado?

Hacer un duelo es vivir un rato en un entretiempo. Sabés que es tu vida, y sin embargo, esperás que no sea así mucho tiempo más. El entretiempo es obligatorio.

Cuando estás haciendo un duelo, estás en abstinencia. Y por mucho que sepas lo mal que te hace la droga, que no te la pongan en frente, porque no zafás.
O zafás, pero estás pensando una semana y media en que la tuviste ahí, al alcance de tu mano. Y esa idea te come la cabeza. Si no la agarraste, sos fuerte. Pero ser un adicto implica ser, también, vulnerable. ¿Y entonces? Entonces es enfrentarse con tener que tomar una decisión cada vez. Decirle que no a la droga ayer, decirle que no a la droga hoy, decirle que no a la droga mañana.
En la abstinencia uno extraña la droga, le importa un carajo si uno quiere vivir drogado, si quiere limpiarse y vivir mejor, porque hay noches que extrañás tanto la droga que ni siquiera te acordás cómo era probarla pero la querés igual. Porque lo que se extraña más de la droga no es la droga en sí, sino sus efectos.
Las primeras semanas son pocos los momentos en los que no pensás en la droga, o en que tenés que "dejar de pensar en la droga", que es seguir pensando en la droga...

Hace unos días, en este entretiempo que vivo, una amiga me preguntó cómo andaba y le dije "Hoy triste, pero bien". Y se río y me dijo "Maga, ¿estás loca?. ¿Cómo se puede estar bien y triste al mismo tiempo?".

Estar triste no es estar deprimido, no es estar mal. Uno puede entender muy bien una situación, levantarse, comer, trabajar, dormir, estudiar, saber que está mejor ahora que antes, mejor hoy que ayer, reírse, distraerse, saber que eso tuvo que pasar para que viniera todo el resto de las cosas que hoy le dan energía, y sin embargo, estar triste. Que el mundo deje de querer todo tan rápido. Si hay algo de merecimiento en el amor, que se dé justamente en esta parte: un amor perdido merece ser llorado.

«— ¿Crees que algún día se deja de sufrir por amor? —preguntó Julia en el umbral de la puerta.
— ¡ Si tienes suerte, nunca!»

Las cosas que no nos dijimos. Marc Lévy.

Magalí Tajes.

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